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Por qué no quiero ser más “perfeccionista”

Por mucho tiempo yo caí en la ignorancia de autoproclamarme “perfeccionaista”, pensando que eso era una virtud y de esta manera las personas podrían hacerse una idea de mi modo de ser, como algo positivo y a destacar.

Hasta que, en este camino que inicié de conocimiento personal, y de intentar mejorar aquellos aspectos que no me hacían bien a ningún nivel; llegué a una conclusión totalmente invesa.

La cultura del esfuerzo y la meritocracia, en las que creo personalmente, nacieron para el ámbito del trabajo y el mundo académico, PERO NO PARA VALORAR A LOS SERES HUMANOS. Esto ocurrió por una extensión de ese planteamiento y por una perspectiva de la autoestima muy mal entendida, en la que se considera que un sujeto se sentirá bien consigo mismo, dependiedo de la evaluación que realiza de sí, de forma que la única forma de tener una “buena autoestima” depende de pasar un examen en el que las cosas buenas de uno pesen más que las cosas malas: pasar el examen del perfeccionismo.

Si lo pensamos seriamente, esto me parece algo terrible, ya que considero que nuestro valor radica en nuestra condición de seres humanos, algo que nos da un derecho a sentirnos bien con quienes somos y con ser válidos en sí mismos por nuestra propia condición de ser humano. Las personas no somos un producto, aunque cada vez más las veamos como tales.

Tenemos pánico a la tristeza, a la rabia, a la pérdida, al dolor, a la frustración, a la ansiedad… pero sobre todo le tenemos miedo al fracaso y al rechazo. Es por eso, producto del miedo, que corremos a querer desarrollar competencias que nos creen una ilusión de invulnerabilidad, de que tendremos características o habilidades que nos harán inmunes al dolor y nada nos afectará.

Todo esto sumado a una sociedad en la que cada vez los narcisismos, la seguridad y la confianza en nosotros mismos, está cada vez más debilitada, fruto de unos cánones de perfección que nos muestran en todos los ámbitos (vida social, imagen corporal, ocio y planes, logros, dinero, estilo de vida… ) desde los medios de comunicación y las redes sociales que son imposibles de alcanzar, y que al compararnos llegamos a conclusión que nunca llegaremos, ni siquiera, a parecernos a ellos, y seguimos rodando en la rueda del perfeccionismo para alcanza esa zanahoria que nunca llega ni llegará.

Así que tras sentirnos cada vez peores por decirnos e intentar vivir como “perfeccionistas”, nos invaden las inseguridades al miedo al rechazo y al miedo al dolor, y nos aparecen todos esos mensajes de la psicología de panfleto, la industria de la felicidad, el consumismo emocional y el pensamiento positivo en el que nos dicen que, si nos esforzamos y sacrificamos para alcanzar una serie de logros y éxitos, gustaremos a todos y seremos invulnerables.

Así que firmamos un cheque en blanco a esa fantasía y por tratar de ser nuestra mejor versión (sea lo que sea eso, porque ¿qué es ser tu mejor versión? ¿La feliz, la relajada, la que se acepta o la que se exige tener cada vez más herramientas, competencias y logros en su historia de vida?) corremos a seguir los consejos de un montón de supuestos especialistas que tratan de vendernos una compensación neurótica para tener una falsa idea de seguridad y méritos con los que acallar la voz que nos dice que somos insuficientes: nunca alcanza ni alcanzará lo que hagamos.

Ese hipercontrol continuo también lleva a picos de descontrol (ya que el cuerpo tiende al equilibrio) que puede expresarse en forma de ataques de ansiead, pánico, explosiones emocionales o incapacidad de poder hacer cosas. También de obsesiones, fobias o compulsiones muy intensas a la hora de hacer o consumir cosas.

También fomenta el cansancio extremo, ya que estamos todo el día intentado hacerlo bien en multitud de ámbitos, y otra gran sorpresa: no puedes con todo.

Más tarde o más temprano, nos frustraremos, y hasta podríamos deprimirnos. Es difícil disfrutar cuando en vez de fluir con lo que hago y hacerlo porque me interesa o apetece, la motivación es la de hacerlo perfecto, con todo el agotamiento mental que eso genera para cuidar los detalles u obligarme a cosas que en el fondo, no me las pide el cuerpo.

Y sobre todo, fomenta una sensación de profunda insatisfacción con quien soy yo y cómo es mi vida, ya que siempre estamos poniendo el foco en lo que hay que mejorar, en lo que no soy buena… Esto nos lleva a tener objetivos irrealistas, a abarcar mucho y apretar poco y a que lo que conseguimos nunca sea suficiente, de forma que rara vez nuestros esfuerzos se ven recompensados cuando lo conseguimos, o nos sentimos incapaces y fracasados al no conseguirlos porque no son  “perfectos” .

Por lograr objetivos dejamos de atender lo que sí sabemos que está relacionado con nuestra felicidad: Las relaciones y vínculos con nuestros seres queridos, permitirnos sentir las emociones sin reprimirlas (porque nuestra mejor versión es positiva y agradecida) las cosas que hacemos no por lo que logramos por ellas sino porque tienen un valor en sí mismas y, sobre todo, la relación con nosotros mismos, sin juzgarnos y condenarnos.

Con todo estos, te parece un buen plan seguir pensando y proclamando: “yo soy perfeccionista”?





ECOSISTEMA

Crecimiento positivo.

Naturaleza, en el sentido habitual, se refiere a las esencias inalteradas por el hombre; el espacio, el aire, el río, la hoja. Arte se aplica a la mezcla de su voluntad con las mismas cosas, como en una casa, un canal, una estatua, un cuadro. Pero sus operaciones tomadas en conjunto son tan insignificantes, un poco de astillado, horneado, remiendo y lavado, que en una impresión tan grandiosa como la del mundo en la mente humana, no varían el resultado.

La puesta de sol a través de un denso bosque.
Aerogeneradores en una llanura de hierba, con un cielo azul.
El sol brilla sobre una cresta que desciende hacia la costa. A lo lejos, un coche circula por una carretera.

Sin duda, no tenemos que hacer preguntas que no tengan respuesta. Debemos confiar en la perfección de la creación hasta el punto de creer que cualquier curiosidad que el orden de las cosas haya despertado en nuestra mente, el orden de las cosas puede satisfacerla. La condición de todo hombre es una solución en jeroglífico a las preguntas que él mismo se plantea.

Un comentario de “Por qué no quiero ser más “perfeccionista”

  1. Julieta Veaute dice:

    Gracias a vos por tu comentario, y me alegra que te haya gustado el blog. Si queres conocer más de mi contenido te invito a que me sigas en las redes en donde estoy más activa @dulce_pomelo. Gracias, te espero en el próximo

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